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Papel de Firma

El primer juicio por productos de asbesto fue abierto en diciembre 10, 1966, en Beaumont, Texas, por el abogado Ward Stephenson de parte de su cliente Claude Tomplait. Al sr. Tomplait le diagnosticaron asbestosis en julio de ese año. Los acusados fueron once fabricantes de aislantes que contenían asbesto. Incluían a Johns-Manville, Fireboard y Owens Corning Fiberglas.

El caso fue a juicio el 12 de mayo de 1969, y después de una semana, salió el veredicto a favor de los acusados.

Pero esta primera pérdida no desanimó a Stephenson. En octubre del 1969, él metió otro juicio a favor de uno de los compañeros de trabajo del sr. Tomlait, un hombre que se llamaba Clerence Borel. Otra vez, él nombró a numerosos fabricantes de asbesto en su demanda. Esta vez, sin embargo, el resultado fue otro. El jurado se pronunció a favor del sr. Borel con la suma de $79.436,24. El veredicto fue apelado, y el 7 de septiembre del 1973, Ward Stephenson murió. No obstante, después de cuatro días, el Quinto Tribunal de Circuíto confirmó el veredicto.

La batalla legal a favor de las víctimas del asbesto se extendió a otras partes de los Estados Unidos. Comenzando a fines de 1973, se levantaron juicios en muchas otras jurisdicciones.

En 1974, Steven Kazan entabló una demanda establecedora de precedente a favor de Reba Rudkin, quien cayó enfermo con asbestosis después de trabajar 29 años en la fábrica de Johns-Manville en Pittsburg, California. Kazan hizo una demanda civil contra Johns-Manville aunque el sr. Rudkin trabajaba para Johns-Manville y la compañía normalmente estaría a salvo de un juicio de este tipo porque la indemnización del trabajador (Workman’s Comp) sería el único recurso de un empleado para demandar a su patrono.

Pero nosotros sosteníamos que Manville y sus ejecutivos no se podían escudar de los cargos de fraude y conspiración.

En enero de 1978, en una declaracion tomada durante el curso de la exibición de este caso, se le preguntó a Wilbur Ruff, el gerente de planta de Pittsburg en los años 1960, si había una “política de la compañía…de no hablarle al empleado sobre los resultados de examenes médicos del pecho que podían indicar el asbestosis, la neumoconiosis o la mesotelioma.”Ruff atestiguó, “Sí, era la política.” [Brodeur pág. 167-168] Se conocía como la “política secreta”. La evidencia de fraude y conspiración empezó a salir.

Durante este período, se descubrieron numerosos documentos inculpatorios de Johns-Manville que probaban fraude y conspiración. Estos incluían los archivos personales de Sumner Simpson, presidente de Raybestos de Manhattan, quien correspondía frecuentemente con Vandiver Brown, Asesor Legal Principal de Johns-Manville. Las cartas revelaron que desde los años 1930 estas compañías conspiraban para esconder los conocimientos sobre los peligros del asbesto.

Ya que era necesario probar la autenticidad de estas cartas, un abogado de Los Angeles quien ahora es socio de La Firma, Aaron Simon, trató de localizar los documentos originales firmados por Vandiver Brown. Johns-Manville repetidamente sostuvo bajo juramento que Brown se había muerto, así que Simon contrató a un investigador para buscar su testamento y el certificado de su difunción con la esperanza que estos documentos comprobaran la autenticidad de su firma. En vez de eso, el investigador encontró que Brown estaba vivo en Waco, Texas, y que era miembro activo de la Asociación de Abogados de Nueva York. A fin de cuentas, Brown fue declarado incompetente para hacer una declaración. En vez de esto, su representante fue depuesto y él autenticó la firma de Brown en los documentos de Sumner Simpson.

En noviembre de 1981, Steven Kazan llevó a la corte el caso de Bob Speake, un compañero de trabajo de Reba Rudkin. Ya se había logrado una victoia importante contra Johns-Manville, cuando la Corte Suprema de California decidió que los trabajadores podían demandar a sus patronos cuando se trataba de circunstancias como las de Rudkin. Esto hizo posible que el sr. Speake y otros trabajadores de la planta de Pittsburg pudieran seguir con sus demandas contra su patrono Johns-Manville en la corte civil. En febrero de 1982, Kazan obtuvo un veredicto de $150.000 para el sr. Speake contra Johns-Manville.

Paul Brodeur ha escrito que este caso señaló un “umbral en las litigaciones sobre el asbesto” porque dio orígen a un número de veredictos de daños punitivos contra Johns-Manville. [Brouder, pág. 177] La Firma inició muchas otra demandas de trabajadores de la fábrica de Johns-Manville, pero en agosto de 1982, Johns-Manville pidió la protección de la Bancarrota bajo el Capítulo 11 para evitar el pago de las demandas de un número creciente de víctimas de enfermedades causadas por sus productos que contenían el asbesto.

Desafortunadamente, varias otras compañías productoras del asbesto -Eagle Picher, UNARCO, Amatex, H.K. Porter, Carey Canada, Celotex, y Raybestos Manhattan/Raymark le siguieron a Johns-Manville a las cortes de la bancarrota. Dentro de unos cuantos años, toda la industria de los textiles a base del asbesto estaba en la bancarrota, igual como varios fabricantes principales de aislante a base del asbesto.

Al mismo tiempo, los patrones de la enfermedad del asbesto estaban cambiando. Inicialmente, la mayoría de los casos de la enfermedad del asbesto ocurrían entre los trabajadores de minas y fábricas de asbesto. Esto se reflejaba en las litigaciones contra los principales fabricantes del asbesto, en particular, a nombre de los trabajadores de sus plantas.

Luego, apareció una segunda ola de trabajadores que fueron perjudicados por estar expuestos al asbesto en lugares donde se instalaban productos que lo contenían. Las litigaciones contra el asbesto se diversificaron al paso que estos trabajadores perjudicados metían sus demandas basadas en su contacto con el asbesto en astilleros (especialmente durante la Segunda Guerra Mundial), refinerías, ferrocarriles y plantas productoras de corriente eléctrica.

A esto le siguió una tercera oleada de trabajadores perjudicados por el asbesto en la industria de la construcción. Ellos tuvieron contacto con diferentes productos – tales como los productos resistentes al fuego, los productos para rociar, las planchas de tiza para la construcción de paredes, los productos para texturizar, y otros productos de construcción que contienen asbesto.

De esta manera, al paso que los fabricantes se declaraban en la bancarrota, nuevos acusados fueron incluidos en las litigaciones. Estos nuevos acusados a menudo incluían a los contratistas, los distribuidores y los dueños de locales como refinerías y centrales eléctricas.

También incluían a los fabricantes de otros tipos de productos que contenían el asbesto. Por ejemplo, en 1985, Aaron Simon obtuvo una victoria significativa contra el co-conspirador de Johns-Manville, Raybestos Manhattan. Simon ganó un veredicto de dos millones de dólares a favor de un mecánico de frenos jubilado de 81 años de edad quien se moría de mesotelioma. Esta fue la primera victoria contra un fabricante de forros de frenos.

Las bancarrotas y otros cambios no pararon los litigios a favor de las víctimas de las enfermedades relacionadas con el asbesto, pero sí los hicieron mucho más complejos y diversos, y los litigios fueron empujados en dos sentidos algo divergentes.

Por una parte, algunos abogados demandantes tendían a coger un gran número de casos, incluyendo a muchos clientes que no estaban necesariamente enfermos por el asbesto, pero que tenían evidencias médicas de haber entrado en contacto con el asbesto. Algunas de estas firmas hicieron programas de gran escala de examenes médicos, utlizando unidades móviles de rayos-x, algunas de las cuales han sido criticadas como fraudulentos, y que ahora están sujetas a litigios. Como resultado, algunos trabajadores aceptaron sumas relativamente pequeñas y no obtuvieron una remuneración completa cuando más adelante se les desarrollaron enfermedades más graves, como la mesotelioma.

Por otra parte, unas cuantas firmas empezaron a limitar sus representaciónes a un número reducido de trabajadores que estaban gravemente enfermos. A mediados de la década de los 1980, La Firma ya había decidido coger casos sólamante de trabajadores con enfermedades graves relacionadas con el asbesto, particularmente, a los trabajadores con la mesotelioma.

La Firma se ha mantenido en la vanguardia de las litigaciones relacionadas con el asbesto. Por ejemplo, en 1996, Dianna Lyons, una abogada-socia cogió el fallo del Tribunal de Apelaciones en el caso de Sullivan. En este caso, que no fue de La Firma originalmente, la corte había otorgado daños a un demandante, pero este se murió mientras apelaban su caso. El Tribunal de Apelaciones había dictaminado que debido a que él se había muerto antes de que se concluyera la apelación, él, por lo tanto, perdía la suma que la corte le había concedido por sus dolores y sufrimientos. Dándose cuenta de la injusticia flagrante que este fallo infligiría sobre las víctimas del asbesto en California – al igual que muchas otras personas que sufrían de enfermedades calamnitosas, y que probablemente no sobrevivirían los años de espera mientras se apelaban sus casos – La Firma se ofreció para llevar el caso ante la Corte Suprema de California. Como resultado de la intervención de La Firma, la Corte Suprema deshizo el fallo de la corte inferior.

Para las víctimas de la enfermedad del asbesto, la indemnización por accidentes en el trabajo a menudo constituye una salvavidas. La Firma ha sido un líder en la formulación de leyes sobre las enfermedades relacionadas con el trabajo en California.

Uno de los fallos más importantes logrado por la abogada asociada de La Firma, Victoria Edises, en el área de la indemnización por accidentes en el trabajo fue a favor de Harvey y Lucille Steele.Al sr. Steele le diagnosticaron una enfermedad de asbesto relativamente leve, pero once años más tarde le dio mesotelioma. La Firma entabló una nueva petitición de indemnización por accidentes en el trabajo a su favor. Esta nueva petición fue contestada, pero Victoria Edises prevaleció cuando la corte decidió que el mismo contacto con el asbesto puede originar perjuicios separados y diferentes.

Esta decisión es especialmente importante para las víctimas del asbesto porque la gente que tiene una enfermedad (como las plaquetas pleurales o la asbestosis) es mucho más suceptible a contraer más adelante otra enfermedad relacionada con el asbesto (como la mesotelioma o el cáncer pulmonar). La decisión en el caso Steele reconoció que aunque Harvey ya había hecho un reclamo de indemnización al trabajador por una enfermedad relacionada con el asbesto, él todavía tenía el derecho de hacer otro reclamo por el perjuicio que él sufrió cuando se enfermó de mesotelioma.

Otro fallo de gran beneficio a los candidatos para la indemnización al trabajador fue él del caso Force. En 1984, Victoria Edises obtuvo beneficios de indemnización al trabajador para el sr. Force quien había trabajado en un astillero. George Force y su esposa Lucille también metieron una demanda tercerista contra varios fabricantes y distribuidores de productos de asbesto, y obtuvieron recuperaciones considerables.

Después de la muerte del sr. Force, su viuda hizo un reclamo de estivador de indemnización. El asegurador trató de obtener crédito contra su responsabilidad legal por beneficios de la sra. de Force de los dineros que la sra. Force y otros miembros de la familia Force recibieron de su demanda tercerista. Victoria Edises obtuvo una decisión que limitaba el crédito a aquella parte del dinero que le correspondía a la sra. Force. Las partes que le tocaban a los hijos de la sra. Force quedaban excluídas. Adicionalmente, la corte decidió que le correspondía al patrono la responsabilidad de probar la repartición de los dineros de terceros provenientes de una decisión de una corte entre partes multiples.

Debido a este fallo, los aseguradores sólo pueden recibir crédito por dineros pagados a los mismos candidatos, y no pueden recibir crédito por dineros pagados a otros interesados. Por ejemplo, si el jurado le concede daños a un trabajador de asbesto perjudicado y a su esposa y tres hijos, entonces, según Force, el asegurador de indemnización al trabajador sólo puede recibir crédito por los dineros asignados al trabajador mismo, y no por los dineros asignados a su familia. El resultado de esta decisión es un aumento global de recuperaciones monetarias de los trabajadores con enfermedades relacionadas con el asbesto, y sus familias de sus reclamos de indemnización al trabajador y de sus demandas a terceros.

Desde los primeros años de litigaciones, las compañías de asbesto se han defendido aduciendo que la gente se perjudicaba porque fumaba. Esto por la relación sinérgica entre el fumar y el contacto con el asbesto: el riesgo de enfermarse de los trabajadores que fumaban y que fueron expuestos al asbesto era mucho mas alto que él de los que no fumaban.

Sin embargo, al ser demandadas, las compañías tabacaleras montaban campañas legales masivas para evitarse cualquier responsabilidad legal en los litigios del asbesto. Abusaron las reglas de la corte sobre la exhibición civil y lo hicieron prohibitivamente costoso para que las firmas legales pequeñas demanden a las compañías tabacaleras. Como reza un documento interno preparado por el asesor jurídico de R.J. Reynolds, ellos ganaban asegurándose que “el otro hijo de puta” gastaba todo su dinero.

Sólo en tiempos muy recientes, especialmente debido a los esfuerzos de los abogados demandantes en casos de asbesto, la industria tabacalera se ha hecho más vulnerable. Ahora hay una campaña para hacer que la industria tabacalera asuma responsabilidad por su parte en lo que se hizo a las victimas de la enfermedad del asbesto.

Steven Kazan estuvo entre los que abogaban que testificaron en el debate congresional de 1998 sobre el tabaco, y nuestra firma asesora los Fondos Fiduciarios de Perjuicio Personal Manville y H.K. Porter en sus demandas que buscan contribuciones de la industria tabacalera hacia el costo de compensar a las víctimas de las enfermedades causadas por el asbesto y el tabaco.

Usted puede obtener más información sobre algunos de los importantes veredictos y decisiones en apelaciones obtenidos por La Firma, sobre nuestros abogados, sobre las enfermedades relacionadas con el asbesto, y sobre nuestras otras áreas de ejercicio.

Si le gustaría leer más sobre la historia de los litigios por el asbesto, los siguientes son recursos útiles:

  • Paul Brodeur – Mala Conducta Desaforada: La Industria del Asbesto Enjuiciada; Nueva York, Pantheon, 1985
  • Barry Castleman y Steven R. Berger – El Asbesto: Los Aspectos Médicos y Legales; Englewood Cliffs, NJ, Prentice Hall, 1996, 4rta. edición
  • George A. Peters y Barbara J. Peters, eds. – Librofuente sobre las Enfermedades Causadas por el Asbesto: Aspectos Médicos, Legales y de Ingeniería, Salem, NH, Butterworth, 1991
  • Bill Ravenesi – Respiración Robado
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